Capítulo 58 —Celos
Narrador:
La casa ya no estaba en silencio. Las voces comenzaron a llenar los espacios con la llegada de los primeros invitados. Eran amigos de Lía, todos jóvenes, con la energía característica de quienes aún no han aprendido a temerle al mundo. Risas, comentarios, música que empezaba a subir de volumen y botellas destapadas. Cleo observaba desde un rincón, fingiendo una naturalidad que le costaba sostener. Nerón, en cambio, parecía ajeno a todo. Estaba cerca de la chimenea, conversando con uno de los recién llegados, con una cerveza en la mano y esa expresión suya tan difícil de leer. Cleo lo sintió mirarla varias veces. No de forma evidente, sino con ese tipo de mirada que uno siente en la piel, como si la recorriera sin tocarla. Ella sabía lo que habían hecho esa noche. Lo sentía en cada parte de su cuerpo. Y también sabía que eso no desaparecía solo porque la casa se llenara de gente. Seguía allí. Vibrando en cada roce de ojos. En cada palabra no dicha. Llegó con