Capítulo 59 —Cuando todos duerman
Narrador:
Cleo apenas logró escabullirse del bullicio del salón, con el corazón latiéndole demasiado rápido y el cuerpo aún ardiente por las miradas que Nerón le había lanzado toda la noche. La fiesta continuaba a su ritmo, con risas, música suave, vasos medio vacíos y cuerpos que empezaban a relajarse con el alcohol. Pero ella no podía relajarse. No desde que sintió los ojos de él posarse en su nuca mientras hablaba con uno de los amigos de Lía. No desde que Nerón le dedicó esa media sonrisa de lobo satisfecho al verla sonrojarse sin motivo aparente. Cruzó el pasillo que conectaba con las habitaciones intentando despejarse, pero no llegó muy lejos. Una mano la atrapó de la muñeca y, en un solo movimiento firme, la arrastró hasta una de las habitaciones contiguas. La puerta se cerró de golpe a sus espaldas y antes de que pudiera protestar, pensar o siquiera respirar, Nerón la acorraló contra la madera.
—¿Sabes cuántas veces estuve a punto de hacer esto