Capítulo 50 —Cruce de líneas
Narrador:
Cleo bajó un poco más las piernas hasta estirarlas frente a la chimenea. El calor le envolvía los pies descalzos y le subía por las pantorrillas, como una caricia lenta que contrastaba con el estremecimiento interno que no lograba calmar. Sentía la presencia de Nerón demasiado cerca, como si su solo estar la empujara a preguntarse cosas que no debía.
—No entiendo cómo alguien puede ser dos personas al mismo tiempo —murmuró ella, sin apartar la vista del fuego.
—¿Dos personas?
—El abogado brillante, el hombre frío, el que no se inmuta con nada… y este otro, el que se queda a solas con una chica en una finca vacía y se preocupa de que no tenga miedo, el que enciende una chimenea y manda a la mucama a casa para que no la agarre la tormenta. Ese.
Nerón no contestó enseguida. Se inclinó hacia adelante.
—Quizá porque no son dos personas —dijo, con voz baja —Quizá soy solo uno. Solo que... no siempre puedo permitirme ser así.
Ella lo miró de reojo, pero