Capítulo 108 —Posesión y protección
Narrador:
Cuando Nerón regresó al penthouse, Cleo lo estaba en la sala, con un libro abierto, casualmente uno de derecho escrito por él. Tenía las piernas recogidas sobre el sofá y los ojos perdidos en la página, pero apenas lo vio entrar, dejó el libro sobre la mesa y se levantó de golpe, con esa mezcla de ansiedad y alivio que él ya le reconocía en la mirada. Él no dijo nada de inmediato. Caminó despacio hasta ella, la tomó de la barbilla con firmeza y la besó con una calma engañosa, esa calma que precedía a sus órdenes más desquiciantes. Al separarse, sus labios rozaron los de ella y murmuró, grave, bajo, como si no existiera aire suficiente para decirlo en voz alta.
—Quiero que te mastu*rbes para mí.
Cleo abrió los ojos de par en par, incrédula, con el pulso disparado.
—¿Qué, ahora? —susurró, la voz temblándole.
—Sí, ahora mismo —confirmó él, sin apartar la mirada, con esa seriedad cargada de deseo que la hacía sentir desnuda aunque estuviera ve