Capítulo 28 —La vigía
Narrador:
Cleo cruzó la galería como si caminara sobre vidrios rotos. El vestido liviano que eligió se movía con el viento cálido de media tarde, pero ella sentía el cuerpo en llamas. Bajó los escalones con paso firme, casi desafiante, y cuando puso un pie en el césped, sintió de inmediato todas las miradas clavadas en ella. El grupo estaba reunido bajo un toldo improvisado junto a la piscina. Lía y sus amigos jugaban con cartas y botellas de jugo mientras el parlante lanzaba una playlist liviana. Y él… él estaba ahí. Nerón se encontraba recostado en una reposera, con las piernas cruzadas, una copa en la mano y gafas de sol que ocultaban sus verdaderas intenciones. Pero no necesitaba mirarla directamente para hacerla sentir desnuda. Ella lo supo al instante: lo sabía por el leve giro de su cabeza, por la forma en que sus labios se curvaron apenas cuando notó que ella llegaba. No era una sonrisa, era un reconocimiento silencioso de poder. Una advertencia muda de qu