Cuando Belém salió de la oficina principal, se sintió una victoria amarga, como si el sabor del triunfo se hubiera mezclado con el veneno de la derrota. King se había retractado en sus amenazas de dejarla sin trabajo, pero a cambio, le había quitado el control del despacho. Se había convertido en una simple empleada, su poder diluido.
Pero el calvario de Belém no había terminado. Apenas había caminado unos pasos cuando la puerta de la oficina principal se abrió de nuevo y King salió. No la miró, no le dijo una palabra, solo se dirigió al resto de los abogados del despacho, que estaban en sus oficinas. King fue de oficina en oficina para hablar con ellos. Su presencia era rara. Para el resto de los abogados del despacho, los únicos dueños y socios del despacho eran King y Belém.
King, un hombre que se comportaba como un líder, en lugar de un jefe, se dirigió a todos con una voz fuerte y clara: "Estimados todos, vengo a este despacho para felicitarlos por su gran trabajo y desempeño. Qu