La explicación sobre el profundo significado del reloj resonó en el corazón y la mente de Eunice. Cada palabra de Yago y Joren sobre la tradición de la propuesta y la respuesta simbolizada por el tiempo compartido se había incrustado en su comprensión. Mientras observaba a Yago, quien aún sostenía el regalo de Nant con una expresión que rara vez se veía en él —una mezcla de genuina emoción, asombro y tierna vulnerabilidad—, y a Nant, cuyo rostro irradiaba una felicidad tan pura que contagiaba, iluminado por un rubor encantador que no podía ocultar, una pieza crucial del rompecabezas de su propia comprensión sobre la familia Castillo y, más importante aún, sobre Joren, comenzó a encajar con una claridad asombrosa.
Eunice recordó vívidamente las palabras de Joren de un día íntimo, cuando, en un momento de vulnerabilidad y confianza, él le había hablado de su hermano Yago. Le había descrito a Yago no solo como el formidable empresario que todos conocían, sino como un hombre complejo que