La carretera principal de la frontera que llevaba a Ravenmoor estaba irreconocible.
Un largo tramo de ella había sido cerrado y despejado para lo que parecía una ceremonia de nivel militar. Limusinas negras, sedanes blindados y convoyes de lujo se alineaban a ambos lados de la carretera. La brisa agitaba las pancartas sujetas por postes dorados, cada una representando a una de las familias más antiguas y ricas de Ravenmoor. Los escoltas armados se encontraban en una formación perfecta, con rostros serios y uniformes impecables.
Ese día, la élite de la ciudad se había reunido allí.
En el centro se encontraba Williams, envuelto en un abrigo de color negro profundo hecho a la medida, bordado con hilos plateados, mientras que su cabello canoso estaba peinado hacia atrás. Sus penetrantes ojos examinaron el cielo con un destello de asombro y cálculo.
Detrás de él se encontraban varias figuras prominentes: patriarcas, herederos y matriarcas de los clanes más ricos de Ravenmoor. Sus expres