Jaden se sacudió la ropa con calma y precisión, como si nada hubiera pasado. Sus nudillos todavía estaban rojos, pero su rostro no mostraba emoción alguna.
Julie se lanzó hacia adelante y lo abrazó fuertemente. —Hermano, eres increíble —susurró, con voz temblorosa no por miedo, sino por alivio—. Ya todo ha terminado. Vamos a casa.
Pero justo cuando estaban a punto de irse, Clara avanzó, con los tacones de sus zapatos golpeando el pavimento. —Espera —dijo bruscamente—. Quiero hablar con tu hermano.
Jaden giró ligeramente la cabeza. Clara se acercó y lo agarró por la muñeca, llevándolo aparte. Se detuvieron cerca de un contenedor de basura oxidado, donde las sombras se extendían largas por el callejón.
Ella cruzó los brazos y lo miró con severidad. —Como eres el hermano de Julie, seré directa. Quizás te hayas hecho un nombre en ese infierno donde te perdiste todos estos años. Pero eso no te da derecho a entrar y causar caos como una bola de demolición.
Jaden se mantuvo en silencio,