Mia estaba arrodillada en la cama, abrazada a su oso de peluche, mientras observaba con atención cómo Jaden extendía un colchón en el suelo.
—Papá —preguntó con inocencia—, ¿por qué no duermes en la cama con mamá?
Selena se quedó paralizada y tensó la espalda. Su cara se puso roja en un instante.
—¿Qué clase de pregunta es esa? —reprochó, con un tono más duro del que pretendía—. ¿Quién te dijo que mamá y papá tienen que dormir juntos?
Mia parpadeó, confundida.
—¿No es eso lo que hacen todos los papás en la tele?
Selena miró a su hija fijamente, como si acabara de cometer un crimen.
—Esos programas te están pudriendo el cerebro —sentenció—. Nada de tele por los próximos dos días.
Mia quiso protestar.
—¡Pero si yo no...!
—Nada de peros —la interrumpió Selena, cruzándose de brazos—. Deberías estar leyendo libros o coloreando, no aprendiendo estupideces de las telenovelas.
Jaden se rio desde el suelo.
—Parece que no soy el único expulsado de la cama esta noche.
Selena le lanzó una mirada d