Andrea es nieta de Stefano Carlucci, dueño del mejor viñedo de Piadmonte, Mío Cuore. Luego de ser testigo de la trágica muerte de su padre a temprana edad, crece como una niña acomplejada y llena de miedos, atormentada por su madre, Sofía, que la menosprecia por su apariencia descuidada. La noche que va a ser presentada en sociedad es humillada por quien era su mejor amiga y su familia, pero el golpe fatal para su joven corazón es ser rechazada por su amor platónico, Lorenzo Pasqale. Sintiéndose menos y con el corazón roto, atenta contra su vida, evento que será detonante de decisiones sobre su vida. Su abuelo pensando que lo mejor es alejarla del caos, la envía lejos, sin saber que esa decisión terminaría de destruir el corazón de Andrea. Tras la muerte de Stefano, Andrea tiene que regresar a Mio Cuore, lugar donde están sus peores recuerdos, para tomar posesión de lo que le corresponde por derecho. Lo que nadie se espera es que la única condición para que ella herede su fortuna es un matrimonio y tenga un heredero con Lorenzo, el mismo hombre que le rompió el corazón. Enemigos ocultos evitarán que esa unión ocurra, sobre todo que las mentiras del pasado salgan a la luz, porque no todo es lo que parece. Ven y descubre los secretos de la familia Carlucci con El Retorno de la Heredera.
Ler maisLorenzo
Han pasado casi diez años desde la última vez que la ví. Aún me tortura recordar su mirada vidriosa, llena de dolor y decepción. Esa noche que se suponía debía ser su gran evento, su primera aparición ante la sociedad piamontesa como la heredera de los viñedos “Mio Cuore”, terminó siendo su peor pesadilla. La peor parte fue que no hice nada, debí defenderla pero no podía. Si tan solo hubiera alzado mi voz, los hechos posteriores a ese evento pude haberlos evitado. Pueden llamarme cobarde, pero cómo podía reaccionar si la persona detrás de todo era mi propia hermana, Luciana. La humillación y las palabras duras de Sofía, la quebraron. Solo me quedaba esperar. Cuando pensé que los ánimos ya estaban calmados, quise verla, consolarla como debí hacerlo desde el principio, pero al llegar a la Casa Grande me enteré de la peor noticia, la habían exiliado, enviándola lejos. No pude verla, ni despedirme de ella. Lo peor, fue ver cómo su propia madre renegaba de ella. ¿Qué clase de mujer es esa que en vez de defender a su hija, decide que es mejor enviarla lejos y hacer de cuenta que ella no existe? Diez años extrañando ver sus hermosos ojos café, esa sonrisa que me cautivó desde el primer momento que la ví. Diez años que evitó regresar y relacionarse con su familia. El único quien realmente se arrepintió de las decisiones tomadas, fue el señor Stefano. Cada año mantuvo la esperanza de volver a la pequeña Andrea, pero el universo no quiso cumplirle su último deseo. Ahora estamos aquí, en la gran casona esperando por ella, para conocer la última voluntad de Stefano Carlucci, dueño de los mejores viñedos de Piamonte. Estoy en la gran terraza, contemplando el hermoso atardecer que cubre los viñedos con tintes anaranjados y violetas. Hoy será un gran día de grandes sorpresas, sobre todo para Romina y Sofía, que han querido usurpar el lugar que le corresponde a Andrea. Entro a la casa, dónde veo reunidos a los Carlucci, a Sofía, madre de Andrea, con su esposo, Roberto, que se encuentran sentados en uno de los sofá de la gran sala familiar, agarrados de las manos como dos adolescentes enamorados. Son unos descarados. En el otro extremo del gran salón, se encuentran Romina y Renata, tienen una acalorada conversación, dónde puedo notar el rostro de insatisfacción de esta última y por último, sentado en un gran sofá fumando un puro, Francesco, hermano del difunto Stefano. Todos ellos, vivieron de la benevolencia de Stefano. Romina, actuando como la heredera de los viñedos, Sofía ejerciendo su papel de la matriarca de la familia y Francesco, creyéndose el CEO de la empresa familiar. Me dirijo al bar, y escucho como Sofía, a pesar de los años sigue siendo la misma mala madre de siempre, hablando horrores de su hija. —No entiendo por qué tenemos que esperar a esa mocosa. Desde que nació solo me ha dado dolores de cabeza—dice la mujer y yo ruedo mis ojos. La puerta principal se abre y en eso aparece la figura de una mujer, vestida de negro, tiene puestos unos lentes oscuros, cabello recogido pero lo más llamativo son sus labios pintados de un hermoso carmesí. —Ya no tienes que esperar más, mamita querida. Claro, no podía esperar menos de tí, pero no perdamos el tiempo que la verdad verlos jugando a la familia feliz; me causa asco—dice Andrea mientras se dirige a uno de las sillas vacías y se acomoda con tanta elegancia que diría que la familia real envidia su etiqueta. Bueno que empiece el espectáculo, que hoy los Carlucci no saben lo que les espera con el retorno de la heredera.Roberto Estos días junto a ella han sido sin duda los mejores de mi vida. Nunca pensé volver a enamorarme, no después de la pérdida de mi amada Esmeralda. Pero la vida te da sorpresas. Aún recuerdo el día en que nos volvimos a ver. No la reconocí, estaba cambiada, no solo físicamente, sino también en su personalidad. A pesar de su edad, es muy madura y centrada. No voy a negar que tuve miedo, pues la diferencia de edad es muy grande pero ella me hace sentir vivo. ¡Por Dios! Puede ser mi hija, pero lo que ella despierta en mí es todo. Primero, fue su amistad. Ella atenta escuchaba mis problemas con Sofía y me pedía que tuviera paciencia. Pero mi matrimonio estaba destinado al fracaso desde el principio. Y yo, solo escuchaba lo arrepentida que estaba. Que el cambio que yo notaba era porque aprendió de la peor manera y tuvo que madurar. Éramos dos almas solitarias que se encontraron y hoy, por ella, yo daría hasta mi vida. Ha sacrificado tanto por sus seres queridos. Si tan solo su
Francesco Quien diría que yo, Francesco Carlucci, estaría desesperado por saber el paradero de Isabella, la mujer que destruyó mi vida. No puedo conciliar el sueño, pensando que la desgraciada me vuelva a arruinar mi vida. Lo más seguro es que ese sea su propósito. Hasta Roberto, hasta la defiende. ¿Acaso no se acuerda de que quiso venderlo? Pero lo que más me preocupa es: ¿Quién diablos la habrá ayudado? ¿Será que Stefano descubrió mi secreto? No lo creo, si se hubiera enterado, de seguro me reclamaba por ser cruel con ella. Aún cuando Isabella no era de su agrado, él siendo el hombre honesto y recto que era, jamás dejaría que torturara a la madre de mi hijo. Stefano, jamás me entendió. El dolor que se siente de perder todo. Bueno, si lo supo cuando Lucia murió y un par de años después Adriano falleció. Sus dos grandes amores lo habían dejado solo, bueno casi, solo le quedaba Andrea y él mismo se encargó de alejarla de su lado. Veo como los minutos y horas parecen congelarse.
Sofia Miro mis manos, son las mismas de siempre, pero parecían ajenas, como si ya no las reconociera, que el pasar de los años ha dejado su marcas en ellas. Sostengo una copa medio vacía, o medio llena, no puedo decir cual es la respuesta correcta. Lo cierto es que el licor quema mi garganta, pero seguía bebiendo, sorbo a sorbo, como si con cada trago pudiera borrar el dolor que llevo adentro. La lámpara está encendida con una luz tenue sobre mí, y yo sentada en medio de la sala totalmente sola. Dónde había quedado esa Sofía Mancini dispuesta a conquistar el mundo. Ahora no era ni la sombre de quien fui. Una mujer a punto de divorciarse, que ha vivido por años con la ausencia del amor de su vida, una madre ausente, una mujer incompleta. Escucho pasos y al levantar mi vista, la veo a ella, María. Una sombra fiel, quien ha estado a mi lado en mis peores momentos. —No deberías beber tanto —dijo ella en voz baja, como quien no espera respuesta. Me encogí de hombros, torciendo una son
Desconocida Estoy agotada, pasé la noche en vela cuidando a la señora Isabella. El susto que me dió anoche fue casi igual al que sentí cuando me enteré que Andrea había intentado quitarse la vida. Más allá de la promesa que le hice al señor Stefano, Isabella es la madre de Roberto, el amor de mi vida. Está distancia me está matando, extraño sus besos, caricias pero sobre todo, lo que más extraño es su compañía. Es un hombre maravilloso que por desgracia le tocó una familia de m****a, incluyendo a sus hijas. Llego al edificio donde está el espacio que considero mi hogar, donde puedo ser yo misma y no la versión que he tenido que ser frente a todos. Al llegar a mi piso, me sorprendo al ver a Roberto sentado frente a la puerta de mi departamento. —¿Roberto? ¿Qué haces aqui?—pregunto y es más que obvia la respuesta que voy a recibir. Debe estar aquí por Isabella. Ayer no tuve tiempo de avisarle que tuve que llevarla a urgencias. —Te extraño—sus palabras me sorprenden y veo como se p
Romina Ya debe haber llegado la estúpida de Andrea. Les habrá gustado mi regalo de bodas. Me río mientras estoy sentada en mi cama, sosteniendo una copa de champán, porque sí estoy celebrando. Veo el cuerpo acostado a mi lado y me surgen unas increíbles ganas de sacarlo a patadas. Aunque no puedo negar que trabajó muy arduamente para satisfacer todas mis necesidades. Además de ser un buen amante, es un buen aliado. Ignoro por enésima vez la llamada de mi padre, Dios que fastidioso se ha vuelto. Pensé que cuando se casara con Sofía cambiaría pero está peor que antes. ¿Qué karma estoy pagando por haber tenido dos padres como los míos? Sin ambición, conformándose solo con vivir del amor. Basura. Del amor no se vive. Lo sabré yo, que amé tanto y nunca fui correspondida. Despreció mi amor y lo mejor no es pensar en eso. Ahora tengo dinero y posición, escojo con quién pasar mi noche y cuando me aburro lo saco de mi vida. El único que me entiende es mi Nonno, él si sabe que es lo impo
Andrea ¿Una promesa? No entiendo nada. ¿Mi Nonno y el señor Frank se conocían? ¿Por qué nunca me lo dijo? Siento que el aire no llega a mis pulmones, mis piernas se debilitan y cuando creo que voy a caer, los brazos de Lorenzo me atrapan antes que toque el suelo. —Ya te tengo, mi piccolina—me dice mientras me carga en sus fuertes brazos—Todo va a estar bien, mi amore. Estoy contigo—sus palabras me calman. Me lleva hasta la sala familiar donde me recuesta sobre uno de los sillones. Veo como todos se me quedan viendo con preocupación pero mi mirada se queda fija en el señor que fue mi figura paterna por diez años. —Mi niña, sé que tienes muchas preguntas y todas te las voy a responder. Si estoy aquí es para ayudarte, no puedo permitir que lo que tus nonnos construyeron alguien que no lo merece, te quiera arrebatar lo que por derecho te pertenece—me dice y yo solo puedo asentir. —Lorenzo, es mejor que lleves a Andrea a descansar. Han tenido un largo viaje. Ya mañana tendrán ptiempo p
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