El claro de Cuarto Creciente se convirtió en un campo de batalla bajo la luz de la luna. Los rugidos, aullidos y el choque de cuerpos llenaban el aire mientras los lobos de Kael y los defensores de Cuarto Creciente se enfrentaban en una lucha brutal. Cada miembro de la manada sabía lo que estaba en juego: su hogar, sus familias y su libertad.
Aria se mantuvo firme en el centro del claro, su postura erguida y sus ojos brillando con la intensidad de Selene. Kael, imponente, avanzó hacia ella con una sonrisa burlona, mientras sus lobos oscuros se arremolinaban a su alrededor.
Kael:
“Siempre admiré tu determinación, Aria. Pero la determinación sin fuerza es inútil.”
Aria:
“¿Y qué te queda a ti, Kael? Una manada construida sobre el miedo y la traición no es fuerza. Es debilidad.”
Kael gruñó, su voz cargada de ira.
Kael:
“Veamos cuánto tiempo puedes mantener esa postura antes de caer.”
Dentro de ella, Selene rugió con fuerza.
Selene:
“No lo temas. Estamos hechas para esto.”
Kael atacó, movi