La luna llena brillaba con un resplandor carmesí,
iluminando el campo de batalla donde la historia de los lobos estaba a punto de cambiar para siempre.
Frente a Laila, Nero, el primer Alfa de la Luna Roja,
se erguía con una presencia que parecía distorsionar la realidad misma.
Su pelaje negro como la sombra, sus ojos brillaban como dos lunas plateadas, y su voz resonó como un eco profundo en la mente de todos los presentes.
Nero avanzó con calma, su voz como un trueno en la noche.
Nero:
“No quiero destruirte, Laila…
Tú eres la última heredera de nuestra sangre.
Únete a mí, y traeremos el renacer de la Luna Roja.
Juntos gobernaremos sobre todas las manadas.”
El silencio cayó sobre Cuarto Creciente.
Raiden, Aria, Amir y los guerreros miraban a Laila, esperando su respuesta.
Laila endureció la mirada.
Su corazón latía con fuerza, pero no de miedo…
sino de determinación.
Laila:
“No eres mi destino, Nero.
Tú representas un pasado que debería haber quedado enterrado.
No me uniré a ti.”
Nero