Capítulo Cincuenta y Nueve. El alma fragmentada.
El sueño comenzó como todos los demás. Un bosque. Niebla. Voces sin cuerpo. Pero esta vez, Lyra caminaba sola.
Descalza, con un vestido blanco empapado hasta la cintura. No tenía miedo. Pero algo dolía. Algo en su pecho palpitaba como si recordara algo que ella aún no sabía.
—¿Dónde estoy? —preguntó, aunque nadie respondiera.
Hasta que una voz resonó detrás de ella.
—Estás donde todo comenzó, Luna.
Lyra se giró. Y se vio a sí misma.
Pero no era exactamente ella. Era Serena. Su rostro, idéntico. Sus ojos, distintos. Más tristes. Más antiguos.
—¿Eres…?
—Soy lo que fuiste. Y lo que aún eres, aunque quieras olvidarlo.
La tierra tembló. Las raíces comenzaron a surgir del suelo como serpientes.
—Te mataron —susurró Lyra.
—Me silenciaron. Pero no morí del todo. Tú naciste para completar lo que yo no pude terminar.
—¿Qué cosa?
Serena no respondió. Solo se acercó. Tocó su frente.
Y Lyra vio fuego. Un castillo en ruinas. Kael gritando su nombre.