Capítulo Sesenta. Pecados de Luna llena.
Lyra no dormía. Otra vez.
La luna se alzaba redonda, blanca y brutal en el cielo, y el castillo entero parecía contener el aliento.
Sus pasos la llevaron hasta los baños termales, donde el vapor subía en espirales como manos fantasmas. Nadie más estaba allí. O eso creyó.
Hasta que lo sintió.
Rowan. Apoyado contra una columna. Camisa abierta. Mojado hasta el cuello, como si acabara de zambullirse en fuego.
—¿Otra pesadilla? —murmuró sin mirarla.
—No. —Ella tampoco lo miraba—. Esta vez estaba despierta.
Silencio. Solo el eco del agua.
—¿Qué quieres de mí? —preguntó ella.
—Lo mismo que tú no te permites desear —dijo él.
Y eso bastó.
Porque Lyra se acercó. Porque él no se movió. Porque el vapor no impidió que sus labios se encontraran de nuevo, como la primera vez. Pero esta vez no hubo duda. Ni culpa. Solo necesidad.
La besó como si fuera castigo y perdón al mismo tiempo.
Ella lo empujó contra el mármol. Lo arañó. Él gimió con la voz rota. Y duran