Capítulo dieciocho: Donde nace el fuego
El primer rayo del sol entró a través de las cortinas entreabiertas y se posó sobre la cama donde Liam dormía abrazado a la cintura de Lyra. Ella aún no había pegado los ojos. Había pasado la noche despierta, con la mente llena de imágenes cruzadas: la caída de Liam, la mano de Rowan sujetándolo, la mirada de Kael como si estuviera perdiendo una parte de sí mismo.
Y luego… Morgana.
Su corazón latía con fuerza. Las palabras de la bruja seguían repitiéndose dentro de ella: “Tu vínculo con él está despertando”.
Pero ¿y Rowan? ¿Y lo que sentía cada vez que él se le acercaba, cuando la hacía reír, cuando se permitía ser tierno bajo esa fachada de oscuridad?
Se levantó con cuidado para no despertar a Liam. Ewan dormía en el sillón cercano, con una mano bajo la capa y la otra sobre el puñal. Siempre vigilante.
Lyra se acercó al ventanal. El cielo estaba cubierto de nubes doradas, como si el sol peleara por abrirse paso entre el peso de los secret