Mundo ficciónIniciar sesiónSAMIRA
Casi agregué que tenía una sonrisa torcida y dulce, pero el recuerdo de su mueca cuando me acechaba por mi casa hacía imposible asociar algo dulce con él.
Caine puso su mano sobre mi hombro. Fue entonces cuando noté que estaba temblando. Francesca me miró de pies a cabeza, desde mis pies descalzos hasta mi larga camisola blanca.
No llevaba sostén; me abracé a mí misma, incómoda bajo sus miradas.
—Necesitaré que revises las fotos de la boda —me dijo Maverick.
—No esta noche —intervino Francesca, rodeándome con un brazo y apartando el de su hermano—. Samira necesita descansar. ¿No ven lo alterada que está la pobre chica?
No me sentía como una pobre chica, pero Francesca me estaba alejando de ese extraño interrogatorio. Lo agradecí, porque estaba exhausta. Deseaba una ducha







