Quizás lo suyo con él había terminado hace tres años.
Pero quién diría que el destino los reuniría de nuevo; podían encontrarse en cualquier lugar. Ella venía a cenar aquí y Nicolás también había venido, deteniéndose justo frente a ella.
Al escuchar a los demás comentar lo bien que hacían ella y Ronaldo como pareja, Daniela sonrió cortésmente sin añadir nada más.
Pero su sonrisa, a los ojos de Nicolás, tenía otro significado. Después de todo, a veces el silencio es una forma de asentimiento. Daniela y Ronaldo, ambos solteros, todo era posible entre ellos.
Ronaldo sonrió.
—No bromeen sobre Daniela y yo. A mí no me importa, pero Daniela es una mujer y las mujeres suelen ser más tímidas con estos temas.
Con este comentario, los otros empresarios sonrieron con complicidad.
—Profesor Altamirano, parece que está siendo bastante protector.
—¿Daniela? Parece que este es un tratamiento especial que el profesor Altamirano reserva solo para la señorita Paredes.
—Ya basta de bromas. ¿El profesor A