Mateo había llegado a Europa. Después de tres años sin verse, sus facciones apuestas se habían vuelto aún más definidas y marcadas. Su traje perfectamente cortado delineaba su esbelta figura. Caminaba con paso firme por la terminal, y su presencia imponente de élite hacía que los transeúntes giraran a mirarlo.
Fernando lo seguía, informándole en voz baja: —Presidente, ya hemos investigado. No hay noticias de la señorita Valentina aquí, no está en Europa.
Mateo se detuvo frente a un enorme ventanal. —Durante estos tres años he recorrido muchas ciudades, he visitado muchos lugares, siempre buscando a Valentina. Pero es como si hubiera desaparecido del mundo. No importa cuánto la busque, no puedo encontrarla.
Hace tres años, Valentina se había marchado en el lujoso coche de Daniel y no había regresado en todo este tiempo.
Durante estos tres años, Mateo había estado buscando constantemente a Valentina.
Ahora, había llegado a Europa, pero tampoco aquí había noticias de ella.
Era como si se