¿Pagando por sus actos?
No.
Ella no lo estaba haciendo.
Mateo no quería mirar a Luciana ni un segundo más, así que se alejó de allí.
Se fue.
No podía irse.
Luciana, tendida en el suelo, lloró: —¡Mateo, no te vayas! ¿Por qué me tratas así? Desde que te casaste con Valentina, noté que habías cambiado. En realidad, te enamoraste de Valentina hace tiempo. Ahora que sabes que Valentina es aquella chica de hace años, me abandonas apresuradamente. ¡No puedes tratarme así!
Sin importar cuánto gritara Luciana, Mateo no miró atrás. Ya no podía conseguir ni una mirada de él.
Fernando miró a Luciana tirada en el suelo: —Señorita Luciana, el presidente tiene razón, estás pagando por tus actos.
Luciana levantó la mirada hacia Fernando. Sabía que el corazón de Fernando ya se había inclinado hacia Valentina. Fernando siempre había apreciado a Valentina. Apretó los puños con resentimiento: —¿Por qué? ¿Por qué todos ustedes prefieren a Valentina? ¿En qué soy inferior a ella?
Fernando respondió: —Señorit