Mientras bebían, una noticia apareció en la televisión del salón. La presentadora anunció: —El día de hoy han arrestado a un criminal por abuso infantil e intento de violación, junto con una presunta cómplice.
Las imágenes mostraban a Gonzalo siendo llevado al coche policial con la cabeza cubierta, seguido por Catalina.
Los ejecutivos no reconocieron a Gonzalo, pero sí a Catalina. —Señor Méndez, ¿esa sospechosa no es su esposa?
¿Qué?
Ángel detuvo la mano con la que servía el vino y miró la televisión.
Efectivamente, era ella.
Palideció.
La presentadora continuó: —Hablando de lambiscones, esta sospechosa se lleva el premio. A su edad, vendiendo a su hija por ser una lamebotas, realmente se entregó a ello con pasión...
Ángel estaba mortificado.
Los ejecutivos, visiblemente incómodos, se levantaron para irse.
Él intentó detenerlos. —Señores...
Los tres le dirigieron una mirada significativa. —Vaya encanto tiene usted, señor Méndez. Nos deja sin palabras. —Dijo uno.
Y se marcharon.
Su espo