Capítulo 75 —El único lugar del mundo
Narrador:
—Bueno —dijo Luigi, levantando la bandeja— voy a dejar esto en la cocina. Si no hay más novedades, me voy a dormir. Estoy muerto.
Roman lo detuvo con un gesto suave, casi fraternal, y le dio una palmada firme en el hombro.
—Estoy seguro de que tú y Valeria van a lograr un amor como el nuestro —dijo con una tranquilidad que no era común en él —Se nota que te quiere, Lobo. Se le nota cómo te mira. Eso no se actúa.
Luigi sonrió apenas. No dijo nada, porque no hacía falta. Ese tipo de palabras, saliendo de la boca del Diablo, eran demasiado grandes como para responderlas con ligerezas.
Asintió, dio media vuelta y se fue hacia la cocina.
Dejó la bandeja en la mesada, apagó la luz, estiró los hombros como quien descarga el peso del día… y subió las escaleras sin ruido, directo hacia su cuarto.
La puerta estaba entornada. La luz del baño apagada. La cama tibia, desordenada, con el hueco perfecto donde Valeria solía quedarse dormida si él tardaba