Capítulo 24 —Heridas viejas
Narrador:
La tienda de muebles estaba llena de luz y de ese olor nuevo a madera recién barnizada.
Valeria caminaba entre las muestras con un catálogo en la mano, hablando con el vendedor sobre tonos de tapizado, cuando de pronto se detuvo. El color se le fue del rostro y apoyó una mano sobre el borde de una mesa.
—¿Valeria, te encuentras bien? —preguntó Dinorah enseguida, acercándose.
—Estoy bien… —respondió ella, respirando hondo —Solo un mareo, no te preocupes.
Dinorah frunció el ceño.
—Tienes mala cara. Vamos al hospital.
—No —negó Valeria con una sonrisa leve —Es normal.
—¿Normal? —repitió la otra, incrédula.
Valeria la miró con una mezcla de vergüenza y ternura.
—Estoy embarazada.
Dinorah se quedó quieta, procesando la frase.
—¿Embarazada?
—Sí —asintió Valeria —Y antes de que digas nada, nadie lo sabe todavía. Solo Luigi y yo.
Dinorah parpadeó un par de veces, luego sonrió con sinceridad.
—Vaya… pues felicidades. Y gracias por confiarme algo a