Capítulo 35
Unas horas después, Isadora fue llamada por la ama de llaves para la cena.
— La cena está servida, señorita.
Ella asintió, se arregló rápidamente el cabello en el espejo y bajó. Llevaba un vestido sencillo, usó un poco de maquillaje para disimular la tristeza.
En el comedor, todos ya estaban en la mesa. Ella ocupó su lugar en silencio. Alexander, del otro lado, alzó la vista por un instante.
— Buenas noches, Isadora —dijo, con un tono cordial… y nada más.
Ella forzó una sonrisa y respondió con un leve movimiento de cabeza. El corazón apretado. Esperaba algo más, tal vez una mirada más prolongada, una pregunta amable. Pero él permaneció frío, distante.
La cena siguió en medio de conversaciones amenas entre Gerald y Aurora. Isadora mantuvo el silencio, jugando con la comida en su plato. Era como si la mesa fuera un campo minado y ella, una presencia desubicada.
De repente, un fuerte sonido de neumáticos chirriando invadió el ambiente, seguido por lo que pareció una arrancada