Capítulo 34
Isadora pasó la segunda noche de bodas sola. Sentía hasta cierto alivio por no haber sido tocada por su esposo.
Estaba acostada, vestida con el mismo camisón ligero que había elegido para la ocasión. La prenda parecía un recordatorio silencioso de la farsa que vivía.
Se durmió tarde, no por la decepción, sino por la inquietud.
Porque, aunque se sintiera agradecida de que Ethan aún la mantuviera a distancia, había una cláusula en el contrato que rondaba su mente como una sombra: ella necesitaba dar un heredero a los Blake.
Y no tenía idea de cómo cumpliría eso sin destruirse por dentro.
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A la mañana siguiente, ya era casi mediodía cuando la puerta se abrió.
Ethan entró como si nada hubiera pasado. Cabello desordenado, camisa arrugada, el rostro hinchado y marcado por una noche claramente agitada. Y entonces llegó el olor.
Olor a alcohol. Y perfume.
Pero no el perfume que él usaba. Era más fuerte, más denso… y definitivamente masculino.
Isadora se quedó inmóvil en el sill