Capítulo 258
Había trabajado hasta tarde; al final, el edificio quedó vacío. Sin darse cuenta, Oliver se había quedado dormido recostado en la silla, con la corbata suelta en el cuello.
Una mano tocó su traje y jaló la corbata. Él abrió los ojos lentamente, medio aturdido. Aurélie estaba allí, muy cerca, con el cabello suelto y una sonrisa que parecía tanto invitación como promesa.
— Deberías irte a casa a dormir — murmuró ella, su rostro tan cerca del suyo que él sintió el calor de su aliento. — No deberías quedarte aquí solo.
Él intentó hablar, pero no pudo. Antes de poder formular una frase coherente, ella se inclinó y depositó un beso leve en su cuello, justo debajo de la mandíbula, que lo hizo estremecer.
— Aurélie… — comenzó, su mano yendo instintivamente hacia el cuello de la camisa, pero ella puso la palma sobre la suya y sonrió con picardía.
— Shh — dijo ella, en un susurro.
Él cerró los ojos por un segundo, luchando contra la corriente de deseo y la voz de la razón que insis