Capítulo 259

Al día siguiente, Aurélie estaba diferente.

Caminaba por el pasillo hacia su oficina escuchando el ruido de sus propios tacones.

Desde el instante en que llegó a la empresa, evitó cruzarse con Oliver. No miró hacia su oficina, ni se atrevió a enviarle mensaje alguno.

Se encerró en su rutina y se sumergió en el trabajo, ocupándose de los informes de Scarlett y la planificación de eventos de la pareja. Intentaba ocupar su mente, pero no lo lograba por completo.

Cada vez que respiraba, su tacto volvía.

Cada vez que tecleaba,recordaba sus manos.

Y, cuando el silencio tomaba la oficina, el sonido de su voz, ronca y firme, estaba en su cabeza.

Apoyó los codos en el escritorio y se pasó las manos por el rostro.

— Maldita sea... — murmuró, irritada, como si pudiera expulsar sus propios pensamientos.

Cerró los ojos un instante, intentando recomponerse. Estaba furiosa consigo misma, no por el deseo, sino por haber perdido el control.

Oliver no era un hombre cualquiera. Él la hacía