Capítulo 124
Isadora se acomodó frente al escritorio organizado, con una agenda de cuero, una computadora de última generación y una pila de documentos que necesitarían atención.
La asistente encargada de capacitarla, una mujer de mediana edad llamada Helena Duarte, comenzó a explicar cada detalle con calma.
—Aquí están las carpetas de contratos pendientes, estos informes necesitan ser revisados antes de ir a finanzas, y al señor Collins le gusta que todo esté separado por colores… —explicó, mostrando con eficiencia el sistema.
Isadora escuchaba con atención, absorbiendo cada detalle, mientras tomaba pequeñas notas en su cuaderno. Su instinto perfeccionista la hacía querer dominar todo rápidamente, no solo para demostrar competencia, sino también porque la mirada penetrante de Richard aún quemaba en su mente.
Con cada paso, Helena mostraba los accesos, contraseñas temporales, las extensiones más usadas e incluso la forma en que Collins gustaba recibir su café.
—Es exigente, pero es un