Capítulo 111
Isadora se levantó despacio, determinada como una guerrera. Sin decir una palabra, caminó en silencio hasta la puerta. Alexander la observaba, los ojos fijos en ella, antes de desviar la mirada hacia la pequeña cajita de la joya en la mesita de centro.
— ¿Adónde vas? — preguntó, intentando mantener la calma.
— No quiero estar cerca de ti — respondió ella, firme, sin vacilar.
Él tragó en seco, sorprendido por la respuesta.
— No puedo creer que no vayas a creerme.
Ella se volvió, enfrentándolo con una rabia contenida que ardía en cada palabra:
— Escuché todo lo que tenías que decir. Y dime, ¿qué harías tú si me hubieras visto en brazos de otro?
El silencio se apoderó del ambiente. Alexander se quedó sin respuesta, incapaz de negar la verdad implícita en la pregunta.
— Exactamente lo que imaginé — suspiró ella, cansada de esa misma discusión que parecía no tener fin. — Quiero el divorcio.
— Isadora... — intentó acercarse, pero ella levantó la mano con un gesto firme.
— No te