Edward me ha tocado con el tipo de entrega que te marca para siempre. No solo con el cuerpo. Con todo de él. Con su fuerza, su deseo, y ese ímpetu que solo un hombre vigoroso puede ofrecer.
Y ahora yo soy suya, me siento de esa manera. Aunque él no lo diga. Aunque no lo prometa. Yo sé que mi cuerpo y todo mi ser le pertenecen desde hace tres años.
Soy suya, porque nadie me ha hecho sentir así. Porque ningún hombre me ha mirado como él lo hace. Ninguno me ha hecho sentir este tipo de placer. Esta intensidad. Esta rendición y eso que no ha usado más que su lengua.
Me cubre el cuerpo con el suyo, apoyando su peso con cuidado, como si supiera que estoy al borde de desvanecerme. Me acaricia el rostro, y besa mi cuello.
Y por un segundo… por un instante maldito… deseo que esta noche no se termine nunca.
Que él se quede aquí sobre mí. Alrededor mío.
Porque por primera vez… me siento completa.
Edward limpia su boca con el dorso de la mano, como si lo que acaba de hacer no fuera una rendición,