El comedor está silencioso cuando llego. Las luces cálidas bañan la mesa de caoba impecablemente servida, y por un instante, lo único que escucho es el leve tintinear de los cubiertos al acomodarlos. Mi mirada se desliza inevitablemente hacia ella. Arielle. Sentada a la izquierda de Daniel, luce hermosa incluso cuando se esfuerza por parecer indiferente. La forma en que evita el contacto visual con Seraphina es evidente. No han intercambiado ni una palabra. Y aunque mi hija puede ser encantadora cuando quiere, no lo está siendo esta noche.
Me paso la mano por el mentón mientras tomo asiento en la cabecera de la mesa. No será fácil. No cuando la mujer de la que le hablé es su cuñada. No cuando Seraphina apenas la tolera.
Daniel rompe el silencio.
—Hablando de Vortex, papá... —dice mientras se sirve otra porción de carne y luego empuja el plato hacia Arielle, ofreciéndole también—. Todo estuvo bajo control durante tu ausencia. El informe de ventas superó nuestras expectativas.
Lo escuch