Esta vez Dante no tenía ni idea de qué estaba sucediendo realmente.
Y ahora, además de este incidente, tenía que soportar que Faustino se burlara de él con sus comentarios sarcásticos. Era más de lo que podía aguantar.
Dante se giró hacia Faustino con una mirada asesina.
Ya tenía planes de darle una lección a Faustino, pero ahora sentía verdaderos deseos de matarlo.
—Tú, campesino asqueroso, ¿cómo te atreves a burlarte de mí? Hoy voy a... ¡Ayayayay!
Si antes sentía dolor e hinchazón, ahora era mucho peor.
No sabía si era el efecto retardado de la mordida de la tortuga o si era por la rabia que le provocaba Faustino.
Un dolor punzante le atravesó la cabeza.
Era como si alguien le estuviera cortando sus partes íntimas una y otra vez con unas tijeras.
El dolor fue tan intenso que Dante cayó de rodillas frente a Faustino.
Luego se desplomó en el suelo, retorciéndose frenéticamente.
—¡Me muero de dolor! ¡Auxilio! ¡Ay, carajo!
Faustino no desaprovechó la oportunidad de burlarse y