Los ojos de Damián se humedecieron: Aitana tenía razón en odiarlo.
Pronto, la sirvienta trajo un tazón de fideos, cubiertos con salsa de carne, cuyo aspecto despertaba el apetito. Damián apagó el cigarrillo y comenzó a comer.
La sirvienta, de pie a un lado, preguntó cautelosamente:
—¿Qué dice la señora? ¿Volverá?
Damián detuvo su movimiento.
Después de un momento, dijo suavemente:
—La señora no volverá, está enojada conmigo.
La sirvienta no se atrevió a preguntar más.
Un tazón de fideos sencillos con la salsa de carne preparada por Aitana; Damián lo dejó completamente vacío.
La sirvienta añadió:
—Todavía queda media botella, suficiente para tres veces más.
Damián se quedó pensativo y levantó la mirada hacia ella:
—Pregúntale a la señora cómo se prepara, y hagan varias botellas para que me las lleve a Puerto Real.
La colaboración entre Grupo Innovar y Pacific Crown estaba casi cerrada.
A fin de mes, debía ir a Puerto Real para firmar el contrato.
Si todo iba según lo previsto, se quedar