Aitana no fue a Puerto Real.
Conocía demasiado bien a Damián; todo esto era una trampa para que ella fuera, y así poder derribar paso a paso sus defensas psicológicas.
Pero la situación del grupo Valencia empeoraba peligrosamente.
Aitana recibió una llamada de Mercedes, la madre de Miguel, invitándola a tomar un café.
Aunque los Valencia estaban en problemas, Mercedes salía con toda la pompa habitual.
Ropa de diseñador, joyas costosas.
Aitana se sentó con Mercedes en una elegante cafetería, mirando a la demacrada señora frente a ella. Sabía que escucharía palabras desagradables, pero no podía negarse a ir.
Efectivamente, mientras removía su café, Mercedes dijo con calma estudiada: —Antes no me opuse a que Miguel y tú os frecuentarais porque eras la esposa de Damián, y confiaba en que Miguel sabría mantener las distancias. Cuando Miguel resultó gravemente herido por ti, tampoco te culpé porque fue su decisión. Pero ahora que estás divorciada, deberíais dejar de veros para evitar habladu