La noche avanzaba mientras Samantha intentaba procesar todo lo que Alexander le había dicho. La verdad, si es que lo que él decía era cierto, la situaba en medio de una guerra corporativa donde los aliados y los enemigos se camuflaban con facilidad.Desde la gran ventana del penthouse, la ciudad brillaba con un resplandor engañoso. Samantha sintió que su mundo se volvía aún más complicado.-Necesito respuestas -dijo finalmente, girándose para encarar a Alexander.Él dejó su vaso de whisky en la mesa de cristal y la miró con intensidad.-¿Qué quieres saber?-Quiero pruebas de lo que dices sobre mi tío. No puedo simplemente creer en tu palabra.Alexander sonrió, pero no con burla, sino con aprobación.-Eso es lo que esperaba que dijeras.Caminó hacia su oficina dentro del departamento y Samantha lo siguió. Allí, Alexander encendió una pantalla grande conectada a su sistema de seguridad. Tecleó rápidamente en su computadora y en segundos aparecieron imágenes de vigilancia, documentos y r
El sol se desvaneció detrás de los rascacielos de Nueva York, tiñendo el cielo de tonos cálidos que chocaban con la frialdad del mundo que rodeaba a Samantha. Su corazón latía con fuerza, como si intentara escapar del peso de las decisiones que estaba tomando, pero sabía que ya no había vuelta atrás. Alexander Vaughn no solo era el hombre con el que había caído atrapada en un juego peligroso; era también la clave de un misterio que podría destruirlo todo, incluyéndola a ella.Esa noche, mientras regresaba a su departamento, el bullicio de la ciudad parecía más lejano, como si estuviera viviendo en una burbuja que la aislaba del resto del mundo. Su mente no podía dejar de recordar las palabras de Alexander, tan directas y penetrantes. Este mundo no perdona. La advertencia resonaba con fuerza, y por un momento se preguntó si realmente estaba preparada para las consecuencias.Al llegar a su apartamento, el silencio la envolvió como una manta pesada. Dejó caer su bolso sobre la mesa y cam
El reloj marcaba las 9:45 AM cuando Samantha entró al imponente edificio de Vaughn Enterprises. El vestíbulo, con sus mármoles pulidos y sus paredes adornadas con obras de arte contemporáneo, era el reflejo de lo que representaba Alexander Vaughn: poder, riqueza y control. Cada rincón, cada detalle de ese lugar le susurraba lo que él había logrado, lo que había construido, y de alguna manera, ella no podía evitar sentirse pequeña ante tanta opulencia.Caminó hacia el ascensor con una determinación que solo era externa, porque en su interior, la incertidumbre le comía los nervios. Las palabras de su tío aún resonaban en su mente, y el rostro de Alexander, tan frío y distante, seguía acechándola. Ella había sido elegida para estar en el centro de este juego, y aunque había intentado negar el peso de esa responsabilidad, ahora no podía escapar.El ascensor se detuvo con un suave ding y las puertas se abrieron, revelando el piso donde Alexander trabajaba. El aire en el lugar era diferente
Samantha no podía dejar de pensar en las palabras que acababa de escuchar. La voz al otro lado del teléfono había sonado tan segura, tan decidida. "No confíes en nadie, ni siquiera en Alexander Vaughn". Las palabras giraban en su mente, una y otra vez, como un eco que no podía acallar. La imagen de Alexander, su presencia tan dominante y controladora, se superponía a la voz en la llamada. ¿Qué quería decir realmente? ¿De qué manera estaba ella en peligro?La luz del sol se colaba a través de las cortinas de su apartamento, pero por dentro, Samantha se sentía atrapada en una oscuridad que no lograba comprender. La llamada había sido directa, cortante, pero también llena de amenazas implícitas. ¿Quién más sabía lo que ella había hecho? ¿Qué secretos tenía su tío, Javier, que ella no conocía? Las preguntas la asfixiaban, pero no podía encontrar las respuestas por sí misma.Casi por instinto, su mano buscó su teléfono y comenzó a marcar el número de Javier. Necesitaba respuestas, y él era
Samantha despertó con una sensación de opresión en el pecho. El sol apenas se filtraba entre las cortinas, pero su mente ya estaba a pleno rendimiento, dando vueltas a lo que había sucedido en las últimas 24 horas. La llamada de Javier aún resonaba en su cabeza como un eco constante. ¿Qué tan lejos llegarían las ramificaciones de su familia? ¿Qué secretos tenía realmente Alexander Vaughn que podrían involucrarla aún más en este juego del que sentía que cada vez tenía menos control?A pesar de la ansiedad que le invadía, su jornada comenzaba como cualquier otra. A las 9:00 am, se encontraba frente al escritorio de Alexander Vaughn, mirando las montañas de papeles que debía ordenar antes de la reunión con los directivos. Pero su mente no estaba allí, sino en las palabras de su tío. No podía dejar de pensar en lo que Javier había insinuado, en cómo había hablado de su apellido y del legado de su madre. ¿Qué le había sucedido realmente a su familia? ¿Por qué todo esto parecía estar entrel
El sonido incesante de la lluvia golpeaba los ventanales de la cafetería, formando pequeños ríos en el cristal empañado. Samantha Ortega removió distraídamente su café, observando el reflejo de la ciudad iluminada por los faros de los autos que pasaban veloces. Había terminado otra jornada agotadora en su empleo temporal como asistente administrativa en una pequeña firma de abogados. No era el trabajo de sus sueños, pero pagaba las cuentas mientras buscaba algo mejor.-Te juro que si no me sale algo pronto, terminaré vendiendo café en este lugar -bromeó Samantha, exhalando un suspiro frustrado.Su amiga, Clara, se rió mientras mordisqueaba una galleta.-No te preocupes, Sam. Algo bueno tiene que aparecer. Y hablando de eso... -Clara se inclinó hacia ella con emoción en los ojos-. ¿Recuerdas a mi primo Daniel? Trabaja en Vaughn Enterprises, en el departamento de finanzas. Me dijo que están buscando una nueva asistente para Alexander Vaughn.Samantha dejó la cuchara en el plato con un p
El primer día de Samantha en Vaughn Enterprises comenzó mucho antes de que el sol asomara en el horizonte. A las seis en punto de la mañana, ya estaba frente al espejo, ajustándose el saco negro que combinaba con su blusa de seda color crema. Se miró con atención: debía proyectar seguridad y profesionalismo. Nada podía salir mal.Al llegar al edificio, fue recibida por Rachel Simmons, la jefa de recursos humanos, quien la condujo a su nueva oficina, justo afuera del despacho de Alexander Vaughn.-Ser la asistente personal del señor Vaughn requiere un nivel de exigencia al que pocos están acostumbrados -advirtió Rachel mientras caminaban por el pasillo de mármol pulido-. Trabajará con él de cerca, organizará su agenda, atenderá sus reuniones y, lo más importante, deberá anticiparse a sus necesidades.Samantha asintió con firmeza.-Lo entiendo.Rachel la observó con una leve sonrisa escéptica.-Eso dicen todos al principio. Pero le daré un consejo: nunca llegue tarde, nunca cuestione su
El segundo día de trabajo de Samantha comenzó aún más temprano que el primero. A las cinco de la mañana ya estaba en pie, revisando su agenda y mentalizándose para lo que le esperaba. Sabía que trabajar con Alexander Vaughn no sería fácil, pero si algo le había quedado claro el día anterior era que este no era un trabajo común. Aquí no había margen para errores.Al llegar a la oficina, el ambiente era frío y silencioso. La mayoría de los empleados aún no había llegado, pero en la última planta del rascacielos de Vaughn Enterprises, el día ya estaba en marcha.Samantha se acomodó en su escritorio y revisó su lista de pendientes. Justo cuando estaba por enviar un correo importante, la puerta del despacho de Alexander se abrió y él salió con su característico porte imponente, sosteniendo su taza de café.-Reúnase conmigo en la sala de juntas en diez minutos -ordenó sin mirarla siquiera.-¿Para qué reunión? -preguntó ella sin pensarlo.Alexander se detuvo en seco y giró la cabeza hacia el