La oscuridad en el edificio era profunda. El silencio que había seguido al crujido de la puerta resonaba en sus oídos, y ambos, Samantha y Alexander, sabían que algo no estaba bien. El aire, que hasta hace un momento había estado impregnado del polvo de lo abandonado, ahora se sentía denso, pesado.
"¿Qué fue eso?" preguntó Samantha, apenas levantando la voz, como si no quisiera romper la quietud de la situación.
"No lo sé," respondió Alexander, agudizando sus sentidos en busca de cualquier indicio que los pudiera alertar de lo que estaba por venir. Su instinto le decía que no podían quedarse ahí ni un segundo más, pero el sonido de la puerta cerrándose había sido demasiado abrupto. Era como si alguien, o algo, los hubiera estado esperando.
Samantha, que aún sostenía los documentos en las manos, los acercó hacia su pecho. "No tenemos mucho tiempo. Si alguien ha bloqueado la salida, debemos encontrar otra forma de salir de aquí... y rápido."
Ambos comenzaron a caminar hacia la puerta qu