La mañana siguiente llegó con una fría calma. Nueva York despertaba bajo un cielo gris, opacado por las nubes bajas que no parecían querer ceder. Samantha se levantó temprano, como siempre, pero esa mañana tenía la sensación de que algo había cambiado en su vida. Una pesada carga la acompañaba, un conocimiento que no podía ignorar, y un futuro incierto que la llamaba, pero la aterraba al mismo tiempo.Se encontraba frente al espejo del baño, intentando encontrar alguna manera de organizar sus pensamientos. A pesar de que su rostro seguía reflejando la misma determinación que la había acompañado siempre, en su interior algo había cambiado. Ahora conocía demasiado. La verdad sobre su madre, sobre lo que Vaughn Enterprises representaba, la ponía en una posición que nunca había imaginado. ¿Cómo podría avanzar en este mundo sin perderse en el proceso?El sonido del teléfono interrumpió sus pensamientos. Era un mensaje de Alexander."Te espero en mi oficina a las 10 a.m. No llegues tarde."
El sonido de las puertas de la oficina cerrándose detrás de ella resonó en el pasillo vacío. Samantha caminó hacia el ascensor con el corazón acelerado, como si un peso invisible le aplastara el pecho. Las palabras de Alexander aún retumbaban en su mente, y el sabor amargo de la decisión que acababa de tomar parecía acentuarse con cada paso que daba. Se detuvo frente al ascensor, mirándose brevemente en el espejo del pasillo. La mujer que reflejaba allí parecía la misma, pero al mismo tiempo tan diferente. La decisión de adentrarse en este mundo era irreversible, y no sabía si estaba lista para todo lo que implicaba.Con un suspiro profundo, presionó el botón del ascensor. Mientras descendía, pensaba en lo que le esperaba. Las palabras de Alexander no eran solo amenazas vacías; su oferta era real, pero también era peligrosa. Samantha se encontraba en el borde de un abismo, y no podía ver el fondo. Todo lo que había creído que sabía sobre su vida y su familia estaba empezando a desmoro
Samantha se despertó temprano al día siguiente, aunque su cuerpo estaba agotado, su mente seguía despierta, reviviendo las palabras de Alexander. Cada vez que cerraba los ojos, su rostro aparecía frente a ella, calculador, dominante, como si la estuviera evaluando constantemente. Y esa mirada, esa sensación de ser observada en todo momento, la estaba desgastando. El encuentro en su casa la había dejado con más preguntas que respuestas, y la incertidumbre sobre lo que realmente estaba ocurriendo la atormentaba.Se levantó de la cama, se miró en el espejo y vio a una mujer que ya no reconocía del todo. ¿Cómo había llegado hasta aquí? Una simple secretaria en una de las empresas más poderosas del mundo, ahora inmersa en un juego peligroso. Todo parecía una ilusión, una fantasía que se estaba desmoronando lentamente, y ella era incapaz de detenerlo.Con un suspiro, se alistó para el día. Se vistió con un conjunto profesional, pero algo en su postura denotaba incomodidad. El ajuste perfect
El día siguiente fue como una sombra que se estiraba, cargada de un peso que Samantha no sabía cómo manejar. La noche había pasado en blanco, con su mente llena de preguntas, de incertidumbres, de esa mirada penetrante de Alexander que aún persistía en su memoria. Cada uno de sus movimientos, cada palabra que él había pronunciado, había dejado una marca indeleble en ella. ¿Qué estaba pasando entre ellos? ¿Realmente era solo trabajo? La pregunta no dejaba de rondar su cabeza, y sin embargo, sabía que la respuesta estaba más allá de su alcance.Al llegar a la oficina, el aire se sentía más tenso que nunca. Los empleados de Vaughn Enterprises se movían con una eficiencia casi mecánica, todos con una concentración férrea en sus tareas, pero el ambiente estaba impregnado de un halo de desconfianza. La gente no podía evitar mirarla de reojo, sabían que algo había cambiado en la dinámica de la empresa desde que ella había comenzado a trabajar para Alexander. Su relación con el CEO no era un
La luz tenue de la oficina de Alexander Vaughn caía sobre el escritorio, creando sombras que se estiraban en la pared como una representación del poder que él tenía. Samantha se sentó frente a él, los nervios recorriéndola desde la punta de los dedos hasta el centro de su pecho. Las palabras de Alexander seguían resonando en su mente, tan claras y directas como un disparo en la oscuridad. "Lo que quiero es que seas mi aliada. No solo en los negocios, sino en todo. Hay decisiones que requieren más que una mente analítica, Samantha. Requieren lealtad, sangre fría y voluntad para hacer lo necesario."Se había metido en algo más grande de lo que imaginaba. Desde el momento en que aceptó ese trabajo como su secretaria, su vida había dado un giro que ni siquiera ella había anticipado. Ahora, ese giro parecía llevarla a un lugar del que no estaba segura de querer salir.El reloj en la pared avanzaba lentamente, cada tic sonando como un recordatorio de que el tiempo se le escapaba. Samantha m
La luz del día se desvanecía lentamente sobre Nueva York, tiñendo el cielo de tonos morados y rojos que competían con las luces incandescentes de la ciudad. Samantha caminaba hacia su oficina en el piso más alto de Vaughn Enterprises, cada paso resonando en el mármol del pasillo vacío. La ciudad abajo parecía irrelevante, pequeña, mientras la presión sobre sus hombros crecía con cada segundo que pasaba. El aire en la torre tenía algo pesado, algo que le oprimía el pecho, como si el edificio en su totalidad estuviera a punto de sucumbir bajo el peso de las decisiones que tomaban dentro de sus paredes.Desde que aceptó la oferta de Alexander, su vida se había transformado en una vorágine de secretos, decisiones rápidas y una presión constante que la mantenía al borde. El poder de Alexander Vaughn no era solo sobre dinero o negocios, sino sobre manipulación, control absoluto. Lo había visto con sus propios ojos: la manera en que tomaba decisiones difíciles, cómo sus órdenes se ejecutaban
El silencio en la oficina de Alexander era abrumador. El sonido de los tacones de Samantha resonaba en el pasillo vacío mientras seguía a Alexander hacia su despacho. Cada paso que daba se sentía más pesado que el anterior. Sabía que algo se había desencadenado después de la reunión, algo más grande que ella misma, y aunque intentaba no mostrarlo, la incertidumbre se apoderaba de sus pensamientos. No solo se trataba de los negocios, ni de la lucha por el poder que veía entre los directores. Había algo más, algo personal, y esa sombra oscura la seguía cada vez más cerca.Alexander abrió la puerta de su oficina y entró sin mirar atrás. Samantha lo siguió, pero esta vez, la sensación de estar a punto de enfrentarse a algo mucho más grande era palpable. Cuando cerró la puerta detrás de ella, el peso de la situación parecía multiplicarse.—Siéntate. —La voz de Alexander, como siempre, era autoritaria, pero esta vez tenía un tono más serio, más grave. No era el tono que usaba en las reunion
Samantha se quedó en silencio por unos segundos, sus pensamientos girando descontroladamente. Las palabras de Alexander resonaban en su cabeza, pero no lograba encontrar sentido completo a lo que estaba sucediendo. ¿Cómo era posible que todo lo que conocía estuviera tan entrelazado con las sombras de Vaughn Enterprises? ¿Cómo podía su padre, alguien que siempre había visto como el pilar de su vida, estar involucrado en algo tan sucio? La confusión la embargaba, pero había algo más que la mantenía alerta: el conocimiento de que la verdad la había alcanzado de una forma que ya no podía ignorar.Miró a Alexander, quien permanecía de pie junto a su escritorio, sin dejar de observarla. Había algo en su mirada que sugería que él sabía exactamente lo que ella estaba pensando. Había una calma perturbadora en su comportamiento, una que denotaba que había anticipado cada uno de sus movimientos. Como si la estuviera observando dentro de un juego que ya había comenzado mucho antes de que ella lle