Lía James es una chica británica común, despreocupada de la vida, y con un trabajo básico que le permite llevar una vida simple. Su mejor amiga es la obsesión de todo lo ella que puede soñar; graduada con las mejores notas, y una profesión que le permite viajar a rincones del mundo, que ni siquiera Lía puede imaginar. Un golpe de suerte llega cuando Mila la invita a un viaje para asistir a una convención de negocios internacionales, y por qué no, tomar su fin de semana en las islas más codiciadas de Arabia Saudí con todo pago. Una noche en celebración por el nuevo puesto de Mila, reciben una llamada que cambiará todos los planes de Lía, y su vida entera. Entre mentiras y enredos, Lía suplanta el puesto de su amiga, para trabajar con un importante jeque al que le es imposible respirar en su presencia. Said no solo es el Emir de un país entero, él es el hombre del desierto que mantiene secretos de los que nadie se puede enterar, porque arruinaría su monarquía, y su vida entera… Disponible en físico en su edición Especial⭐️
Leer másKuwait es una monarquía constitucional con un sistema de gobierno parlamentario, y su capital económica y política es la ciudad de Kuwait. El país es considerado uno de los más liberales de la región.
Este gobierno, cuenta con la quinta mayor reserva mundial de petróleo, un recurso natural que en la actualidad supone el 87% de sus exportaciones y el 75% de los ingresos de su gobierno, gracias a lo cual sus ciudadanos gozan de la octava mayor renta per cápita a nivel mundial. El Banco Mundial clasifica a Kuwait como un Estado de altos ingresos y los Estados Unidos lo han designado aliado importante extra-OTAN.2
Su diminutivo es al-kūt: "la fortaleza"
Como es una monarquía constitucional está regida por la dinastía Al-amad desde el siglo XVIII. El emir o jeque es el jefe de Estado quien representa al poder ejecutivo. El emir actual, Said Abdullah Al-amad ascendió al trono el 25 de agosto de 2020, tras el asesinato oscuro de su padre, Hamad Abdullah.
Existe la figura del primer ministro, quien suele ser un miembro de la familia real. El poder legislativo está representado por la Asamblea Nacional (Majlis al-Umma).
La asamblea cuenta con 65 asientos: 50 son elegidos por voto popular cada cuatro años, y 15 ministros, los que son elegidos por el emir y conforman su gabinete. Pese a ello, las funciones del emir siempre están acompañadas a su primer ministro, Nasser Abdullah, su primo.
Este país tiene un índice de democracia mayor que el resto de monarquías árabes.
Los ministros que ocupan los cargos más importantes, pertenecen generalmente a la familia real. Antes del asesinato del Emir, padre, el país experimentaba regularmente crisis políticas en un contexto de casos de corrupción.
Said Abdullah gobernaba junto a su padre, y aunque tenían muchas diferencias entre sus pensamientos, lo que sucedió con él una hora después de haberse reunido para conversar, sigue siendo un misterio sin resolver, que tiene de cabeza al actual Emir.
Él sabe que debe hacer una restructuración profunda en su gobierno, y que, en este momento de su vida, no puede confiar ni siquiera en su propia sombra. Eso, aunado a que las guerras en el desierto, y los enemigos en su espalda dejaron un estrago profundo en su cuerpo, del que no se ha podido levantar.
Un gran secreto que su padre se llevó a la tumba, y ese mismo secreto que puede acabar con su gobierno en cuestión de segundos…
—¿Entonces vas a Riad? —le preguntó Nasser a Said mientras caminaba por el enorme despacho donde se atendían todos los asuntos de gobierno.
Riad es la capital de Arabia Saudita, país donde casi siempre se reunían los altos gobernantes para hacer alianzas, acuerdos y para fijar condiciones en todos los emiratos árabes. Kuwait, limitaba por el noreste con dicho país.
Said alzó su rostro completamente serio entre tanto firmaba cientos de hojas para dejar listo algo de trabajo, ya que estaría ausente unos tres días de su país. No era el mejor momento para viajar, pero no tenía otra opción. Nasser era de su confianza, algo cínico para su gusto, pero era su mano derecha, y una de las pocas personas en la que podía confiar ciegamente.
—Iré unos cuantos días, además estarás aquí encargado de todo. Necesitamos dejar claro que las negociaciones de mi padre siguen en pie. Y también, encontrar a esa persona que maneje el comercio internacional y las relaciones públicas, la cual necesito urgente.
—¿Sigues con eso? —refutó Nasser sentándose por fin en su frente—. ¿Por qué no buscar a alguien preparado de aquí?, no tenemos que confiar en un extranjero…
En ese momento la sonrisa de Said se ensanchó, pero era esa precisamente la que colocaba tenso el cuerpo de Nasser, odiaba cuando su primo sonreía así. Lo hacía sentir una completa m****a.
—¿No hablaremos de eso, o sí?, no quiero recordarte aun el asunto sin resolver del asesinato de mi padre, y todos los fondos que cuelgan sin tener un fin.
Nasser agachó la cabeza un tanto preocupado, tomando sus dos manos para asentir.
—Esta guerra beduina es un desastre…
—No son solo los beduinos, somos parte de ellos, y ellos de nosotros, han envenenado a un grupo en particular, y estoy seguro de que, este traidor está dentro de la asamblea.
Nasser alzó el rostro de golpe.
—Informaré todo a mi padre, tendremos más cuidado de lo normal. La muerte de mi tío no se quedará sin justicia, te lo prometo.
Said asintió sintiendo un alivio temporal.
Khalifa, su tío, el único hermano de su padre, estaba encargado del orden y los asuntos de la asamblea. Desde el suceso trágico del asesinato, se apartó un poco de sus compromisos, pero Said no quería agobiarlo sabiendo que todo estaba siendo muy doloroso para toda la familia, a pesar de haber pasado cuatro meses del acontecimiento.
La puerta se abrió de un momento a otro. Odiaba el hecho de que Rosheen nunca tocaba para entrar, y por más de que se lo pedía, ella seguía haciendo lo que se le venía en gana.
—Tu vuelo está listo. El jet privado te espera a las cinco de la tarde, por supuesto te recogerán aquí en el palacio, y también tienes reservas en Riad. Todo está arreglado.
Said tomó el itinerario que ella había impreso y comenzó a ojearlo.
—También está en tu correo… —agregó Rosheen
—Gracias —esbozó él sin mirarla y ella se cruzó de brazos dando una larga mirada a su hermano, Nasser.
Rosheen era la tercera hija del tío Khalifa, la menor con 22 años, y la que siempre estuvo irremediablemente enamorada de su primo Said. Y ahora, prácticamente su asistente personal.
Por supuesto, todo quedaba en familia.
Las mujeres en Kuwait acostumbraban a colocarse el hiyab en lugares públicos, pero cuando estaban en lugares íntimos, como las casas familiares, ellas solían quitárselo. Rosheen seguía la cultura y creencias al pie de la letra, y además de su vestido elegante hasta los tobillos, también estaba adornando su cabeza, con un bello hiyab dorado, ya que este palacio era su lugar de trabajo, y no solo su familia estaba presente.
—Tarha… —mencionó despacio la mujer y al instante Said levantó su rostro.
—Ella se quedará aquí.
—Estaré atenta a ella…
—Tal vez no lo requiera, está en exámenes finales…
Nasser sonrió, y luego negó con su cabeza. Rosheen no tenía remedio, y era incansable al momento de querer metérsele en la misma sangre a su primo.
—Bien, llámame si necesitas algo —ella se giró resignada sobre sus propios talones y luego se fue del lugar despidiéndose de la mano de su hermano.
Y en cuanto la mano se le cansó a Said, decidió levantarse y colocarse su chaqueta.
—Iré a descansar antes del vuelo… por la noche llegaré directo a una reunión y quiero estar atento a todos los detalles.
Nasser asintió ajustándose su chaqueta y le siguió el paso mientras salían del despacho principal, del mismo palacio de Bayán.
El lugar real. Y donde vivía toda la familia.
—Emir, hay unos asuntos que… —algunos comisionados lo esperaron fuera del salón, y lo atacaron a preguntas, pero Nasser fue rápido levantando la mano para despedirlos:
—Ahora no…
Said caminó rápido y cruzó varias alas del palacio, estaba dejando por fin la parte gubernamental para llegar al ala superior donde se encontraba aquello que llamaba hogar, y se dio vuelta para frenar a su primo.
—Iré a mi habitación, quiero estar solo.
—Claro…
Retirándose, Said dejó salir el aire comprimido y caminó un poco más para atravesar jardines, y cascadas artificiales que hacen del lugar una vista regia. La decoración era estrafalaria, estrambótica y reluciente, el dorado era el color que más realzaba y la indumentaria con grandes candelabros de cristal, no dejaban alguna sombra en ningún rincón.
Said ni siquiera sabía cuántas habitaciones, salones, y lugares de reunión y fiestas, tenía el palacio. Y aunque había crecido en estos muros costosos, no era adicto a admirar este tipo de bellezas, sintéticas.
Le gustaban más los paisajes de su país, el colorido de la naturaleza, y por supuesto, su amado desierto, donde mayormente pasaba con su padre.
Subiendo a las últimas y más alejadas habitaciones, no tuvo ni siquiera que tocar algún interruptor, con su sola presencia las puertas se abrieron al reconocer su rostro en las cámaras, y cuando estuvo dentro de la espaciosa habitación, ellas se cerraron detrás de sí.
Despegó su corbata, y desajustó su camisa. Este era el momento que más disfrutaba, exactamente cuando estaba solo, y cuando se metía en esa piscina que estaba a un lado de su habitación.
El agua fría chocó contra su cuerpo desnudo, y trato de hacer nadar lo más rápido que pudo, mientras afinaba sus pensamientos. Estaba en su punto de quiebre, donde no conseguía resolver el asesinato de su padre por más que se esforzara, donde no podía darle toda la protección que quería a su única hermana Tarha, y exactamente, donde no podía traer un heredero a este reino.
Se sentía frustrado, agobiado, y con mil puñaladas en su cuerpo al saber que su monarquía, esa por la que su padre trabajó tanto, estaba desmoronándose en sus propias manos…
***
Hiyab: es un velo que cubre la cabeza y el pecho que pueden usar las mujeres musulmanas desde que tienen su primera menstruación, en presencia de varones adultos que no sean de su familia inmediata.
—Señor… su entrevista es a las cinco, a la una tiene una comida con el ministro de exteriores, y… al finalizar la tarde, exactamente a las seis, debe reunirse con unos miembros del consulado de EE.UU.…Said asintió terminando de firmar unos papeles que Nasser le había pasado anteriormente, y luego soltó el aire ante la pesadez que sentía su cuerpo.Pudo notar la sonrisa de su primo mientras negaba, entonces su ceño se profundizó, queriendo saber por qué sonreía en medio de tanto trabajo.Él hizo un ademán a su secretario general, que Lia entrevistó con mucho esmero para el puesto, y luego de que la puerta se cerrara, echó su cuerpo hacia atrás, apretando su cuello y observando detenidamente a su primo.—¿Qué te hace gracia? —Nasser amplió más su sonrisa ante su pregunta seria.&md
—No llores por favor… —Anne hizo un puchero mientras se limpió las lágrimas y luego negó.—Solo imagino que tendremos kilómetros que nos separaran todos los días…—Anne… sabes que nada más debes hablar y mandaré por ti… —esta vez fue Said quien interrumpió y Anne le envió una mirada dura.—Pero no es lo mismo… —Lia se mordió el labio ante la tensión y luego negó, pero antes de que pudiera decir alguna cosa, Said volvió a intervenir.—No tienes que hablarlo conmigo si no quieres, Lia puede encargarse de darte un buen puesto en Kuwait, y yo no tendré nada que ver en ello.Los ojos de Anne se abrieron y luego miró a Lia como si quisiera gritar de la frustración.—Amor… creo que, es mejor que me despida de mi hermana, a solas.Said so
Eran las cuatro de la mañana cuando la risa de Lia volvió a resonar por toda la habitación, y Said no pudo evitar volver a ensanchar su boca negando hacia ella, y delineando su perfecto rostro con los dedos.—No importa que me odie… lo merezco…—No te odia —respondió Lia sentándose en la cama—. Ella es así… es un poco difícil, pero cuando ella te deja entrar, es maravillosa.Said alzó los hombros.—Es Ian el que debe preocuparse por eso… Yo solo tengo ojos para mi habibi…Lia volvió a reír y luego llevó las manos a ese preciso rostro que se veía más bello que nunca para ella.—¿Te has dado cuenta de que no hemos cenado? Somos unos irresponsables con nuestro bebé…Él apretó la mandíbula y luego llevó su mano a su vientre complet
Cuando su teléfono vibró con intensidad a su lado, el corazón de Said saltó como nunca, y se giró para encontrar el número que esperaba que lo llamara. Deslizó su dedo por la pantalla y caminando hacia la terraza, vio como la vista de Londres se deslumbraba ante sus ojos.Estaba en el último piso de un gran edificio, y toda la planta entera estaba a su disposición.—¿Sí?—Señor… ella ha aceptado… ahora mismo estoy esperándola en el estacionamiento de su edificio.El aire salió pesadamente de su cuerpo y luego aspiró uno, que le pareció limpio y liviano, producto de la respuesta que recibía.—Perfecto… ¿Cómo? ¿Cómo se veía ella?—Creo que nerviosa… pero feliz…—Bien… llámame cuando vengan en camino.
—Me han dado una especie de permiso especial… aunque en unas semanas regresaré a los vuelos concurrentes…—No te detengas por mí… estaré bien… —cuando Anne escuchó a Lia, dejó de doblar unas cobijas delante de ella, y se sentó en los pies de la cama.—No me gusta verte triste. Creo que piensas que soy feliz porque has dejado a ese hombre, pero no es esto lo que pienso… Lia… arrastró a un hombre hasta que quedó sin piel, esto no es solo un hombre malo, es un hombre cruel… un…Lia levantó la palma mientras negó.—No necesito que me repitas todo esto cada dos días, Anne… Sé quién es Said.Anne bajó la mirada y luego vio su vientre descubierto que, en el día de hoy, estaba cumpliendo cuatro meses de embarazo. Ahora se podía notar mucho más.
—Esto es… una cosa de locos, debo admitirlo —Lia sonrió sentada en su cama al ver a su hermana rondando la habitación, que en un pasado había compartido con Said.Estaba terminando de recoger alguna de sus cosas que no se llevó la vez pasada por cuestión de rapidez, cuando había tratado de huir, pero ahora que lo pensaba, tampoco era mucho lo que ella tenía aquí.—¿Vas a llevarte las joyas y cosas así? —Anne se giró para cruzarse de brazos frente a ella, esperando una respuesta, y Lia negó rápidamente.—No… solo mi ropa, zapatos y algunas cosas que traje cuando vine aquí… no será mucho.Anne pareció dudarlo por un momento, y de forma sigilosa se sentó a su lado.—¿Este hombre no te dará nada para el bebé? Bien… de todas formas no lo necesitamos.
Último capítulo