Isabel Valente tuvo que aprender a vivir con el dolor y la ausencia de Jareth. Aunque su embarazo iba de maravilla la salud de ella empeoró. Cada día se sentía más débil, como si el cuerpo la estuviera traicionando, como si la vida que crecía dentro de ella drenara lentamente lo que quedaba de su fuerza.
La doctora García, tras revisar los últimos resultados, tomó la decisión que llevaba semanas evitando.
—Isabel, tu cuerpo no podrá resistir a el embarazo si no hacemos algo— le dijo con voz suave, aunque la noticia era dura.
El semblante de Isabel estaba transformado por la tristeza.
—¿Dices que soy muy débil?— preguntó, la verdad es que ella ya no hablaba como antes. Después de la muerte de Jareth, ella ya no tenia nada que decir o pensar.
—No, no tú. — aclaró Evelyn García—. Tu cuerpo se debilitó porque no obtuvo los nutrientes necesarios para el embarazo— le aclaró. Teresa a su lado la fulminó. Sabía que Evelyn solo decía la verdad, pero detestaba la forma en que las palabras pare