La luz de la mañana entraba a raudales por los ventanales de mi oficina, como si tuviera la osadía de recordarme que un nuevo día comenzaba. La temperatura se sentia fresca, yo, en cambio, no me sentía nueva ni fresca.
Apenas me había mirado al espejo antes de salir, suficiente para arreglar mi maquillaje y asegurarme de que la máscara estaba intacta.
Nada de lo que llevaba dentro debía reflejarse afuera. Nadie tenia que saber en especial Sam que estaba muriendo lentamente y que ademas heri a su único hijo.
No debía, tenía que sacarlo de mi cabeza, tenia que seguir adelante. Y por ahora el trabajo era lo único que me calmaria
El teléfono vibraba sobre el escritorio sin parar, contratos con agencias sin firmar, números, reuniones. Todo estaba bajo control… o al menos esa era la mentira que repetía en mi cabeza.
Sam había dicho que pasaría por aquí hoy. Y yo lo esperaba con ese cosquilleo nervioso en el estómago que odiaba admitir. Sabía que tarde o temprano esto sucedería. Y tenía que