Ella También... Me Está Buscando.
La carretera de Bahía Clearwater se extendía frente a ellos, larga, húmeda, serpenteada entre árboles que parecían cerrarse como paredes vivas bajo la lluvia que empezaba a caer. El cielo se había oscurecido y cada relámpago iluminaba el rostro imperturbable de Mónica, que conducía como si llevara años haciéndolo bajo fuego cruzado, aunque… así era.
Daniel revisó una vez más el retrovisor.
—Nos estan siguiendo, se lo toman muy en serio.
—Lo sé —respondió Mónica sin apartar los ojos del camino—. ¿Cuántos nos siguen?
—Dos, un auto n€gr0 por la derecha. No veo el segundo…
—Es el que estaba con él —gruñó ella—. Ese idiota no se quedó atrás. Está adelantando por la izquierda, míralo.
Daniel giró la cabeza justo a tiempo para ver un sedán gris asomarse por la carretera, acelerando para alcanzarlos.
—¿Qué hacemos?
—Respirar —respondió ella—. Y no hacer ninguna estupidez. Estamos en un lugar desconocido, solo salgamos de aquí.
Daniel apretó el cinturón.
—Mónica, si nos alcanzan—
—No nos van