NARRADOR OMNISCIENTE
La camioneta saltó al camino de tierra, las ruedas golpeando piedras húmedas, el bosque iba cerrándose a su alrededor como si quisiera tragárselos vivos.
El auto sin placas entró detrás de ellos a toda velocidad.
—¡Mónica, viene demasiado rápido! —gritó Daniel agarrándose del asiento.
—¡Lo veo, no tienes que gritar! —respondió ella, y su voz, lejos de sonar asustada, sonó como si estuviera harta—. Estos imbéciles no se rinden.
El motor del auto enemigo rugió detrás de ellos.
Un segundo después, un golpe sacudió la parte trasera de la camioneta.
—¡Mónica! Voy a disparar —Daniel casi chocó contra el tablero.
—¡No, ya te dije que no lo hagas! Nos están empujando, estos malnacidos—gruñó ella—. Daniel, busca en la guantera.
—¿Qué hay ahí?
—Algo que nos puede salvar… o tal vez, matar más rápido.
Daniel abrió la guantera.
Adentro había una pistola de bengalas. Miró a Mónica como si hubiera perdido la lucidez.
—¿Estás hablando en serio?
—Dispara hacia atrás cuando yo te