Las palabras de Sam aún seguían rebotando en su cabeza…”La prometida de Jareth “
El mundo no se detuvo. No hubo relámpagos, ni truenos, ni tragedias externas. Pero dentro de ella, algo sí se quebró.
Como si un cristal se astillara en silencio, apenas perceptible… pero irrecuperable.
Jareth, mientras tanto, permanecía en una esquina, con el rostro tenso, la mirada fija en el suelo. Ni un intento por acercarse. Ni una sola palabra.
Eso dolía más.
—Voy a subir un momento, Sam, necesito revisar un correo urgente —dijo Isa, fingiendo calma. Nadie debía notar que estaba a segundos de estallar. Que por dentro llevaba una tormenta que amenazaba con destruir todo a su paso.
Sam asintió, sonriendo como siempre. Celina se despidió con un beso ligero en la mejilla y una sonrisa torcida que Isa no supo cómo interpretar.
Cuando Isabel cerró la puerta de la habitación de huéspedes, por fin pudo soltar el aire. Su pecho ardía, no sabía si por rabia, vergüenza o decepción. Quizá por todo junto.
Se sen