El silencio después fue casi peor.
Jareth seguía sobre mí, su respiración agitada, su frente apoyada en la mía. Podía sentir los latidos de su corazón, tan desbocados como los míos. —Isa… —susurró, como si intentara decir algo, pero no encontraba las palabras. Yo aparté la mirada. El peso de lo que habíamos hecho cayó sobre mí como una maldita losa. La culpa. La certeza del error. El miedo. —Esto no debió pasar. ¡Es la casa de tu madre! —dije, empujándolo suavemente, buscando mi ropa con manos temblorosas. Jareth se incorporó, observándome mientras me vestía a toda prisa. Sus ojos ya no tenían esa arrogancia, sino algo que no quise descifrar. —Isa… —No, Jareth. No lo compliques más. Esto fue un error. Uno que no debe repetirse. Él se pasó una mano por el cabello, frustrado. —No puedo fingir que no pasó. —Pues tendrás que hacerlo —repliqué, alzando la voz sin querer—. Por tu madre. Por mí. Por favor. — suplique. Él pareció renuente a aceptar. Un golpe en la puerta nos congeló. —¿Isa? ¿Estás bien? —Era la voz de Sam, preocupada. El pánico me recorrió el cuerpo. Miré a Jareth, que ya se estaba abotonando la camisa. Maldita sea, esto no puede estar pasándome. —Sí —contesté, intentando sonar normal—. Estaba… estaba en la ducha. Ya bajo. Silencio al otro lado. —Vale, solo quería avisarte que llegó el decorador para la terraza. —Enseguida te alcanzo, ya me visto.—dije, respirando hondo. Esperé a escuchar sus pasos alejarse antes de girarme hacia Jareth con determinación. —Esto termina aquí. Lo juro. Él me sostuvo la mirada. —¿Eso quieres? —Es lo que tiene que ser. Pero antes de que pudiera seguir, mi móvil vibró en la mesita. Lo tomé, agradecida por la distracción. Un mensaje. “Necesito verte amor. No he podido olvidarte. Te amo. Ricardo.“ ¿ Y este ahora que diablos quería? Tenía demasiados problemas encima para que se sumará este idiota también. —¿Qué pasa? —preguntó Jareth, notando mi molestia. — ¿Quién es? —Eso no te incumbe, por favor, sal de aquí. —Isa…escucha yo…— —No.— lo pare en seco, no lo dejaría continuar, esto no es correcto— no sigas. Vete, no quiero perder la amistad de Sam. —¿Quién m****a era el que te llamó? —No lo sé… ahora vete.— susurré intentando sonar firme, pero sentí el ligero temblor en mi voz. Jareth se acercó peligrosamente a mi y me sostuvo de la cintura— Escúchame bien Isabel— sus ojos estaban total oscuro, no se si por placer o por enojo—No pienso tolerar que otro hombre te toque, no lo permitiré. Tensó la mandíbula antes de salir. Se que no dejará que esto pase asi, solo porque si. Y yo no puedo seguir aqui. Debo irme pronto. Bajé las escaleras como si cada peldaño fuera una trampa. Jareth venía detrás, su presencia tan densa como el aire en mis pulmones. ¿Acaso esta loco, Sam podría sospechar algo? Sam nos recibió con una sonrisa, ajena al infierno que se desataba dentro de mí. —¡Por fin! —dijo, abrazándome—. El decorador ya empezó a dar ideas para la terraza. Quiero que veas los planos. Yo asentí, forzando una sonrisa. —Claro, Sam. Ahora mismo. Pero mi cabeza estaba en otra parte. En su hijo que estaba demasiado cerca. En lo sucedido hacía poco y tuve que apretar las piernas para evitar tener un maldito orgasmo al recordar la forma tan primitiva y dominante en la forma que me hizo suya… Jareth se mantuvo cerca, demasiado cerca. Podía sentir su tensión, su rabia contenida. Y yo… yo no podía pensar con claridad. Y se que se dio cuenta. Esa sonrisa ladeada y arrogante era suficiente. Lo he aprendido a leer poco a poco. Mientras Sam hablaba entusiasmada de pérgolas y muebles exteriores, mi móvil vibró de nuevo. Fingí que iba al baño y lo saqué. Otro mensaje. “No pienses en ignorarme. Isa, se que estas de regreso y necesito verte. Además tengo algo que a Sam le puede interesar. “ Me tenso. No, ese maldito infiel solo quiere joderme. Ademas… ¿como es que consiguió mi numero? Borre todo contacto con él, fui clara y esperaba que él después de dejarlo casi sin nada me odiara y se resignara. Pero no, seguía aquí y además me amenazaba. ¿De qué habla exactamente con lo de Sam? Estoy segura de que nadie sabe que Jareth y yo estamos … estuvimos. Dios, tengo que ir. Conozco a Ricardo no amenaza con promesas vacías. Debo ir. —Isa, ven por favor— me llama Sam. Apagó el teléfono y voy hasta ella. Junto a ella hay una chica muy hermosa, rubia y elegante con una sonrisa dirigida a…Jareth. No se que he sentido, pero ahora mismo siento un calor inmenso recorrer mi sangre. ¡Mierda! No puedo estar sonriendo esto, no Isa. —¿Sucede algo Sam?— pregunto obligándome a sonreír. Ella me recibe sonriendo. —Así es. Isa, ella es Celina Castillo las prometida de Jareth—me la presenta Sam. Sentí que mi corazón se detenía y la respiración se volvió pausada, lenta. Jareth, ese maldito ni siquiera me miró, tenía la mirada dirigida a ella, su prometida. —Mucho gusto Celina, soy Isabel Valente. La amiga de Sam.— intento ser amable y educada pero si no salgo de aquí cometere una locura. —El gusto es mío.— responde con una sonrisa, lo que no se definir es si es sincera o fingida.— Sam habla mucho de usted en cada oportunidad que tiene. El ambiente era demasiado tenso, no quería estar aquí, no podía. —Ella sabe que la aprecio como a una hermana, la única— responde Sam dedicándome una hermosa sonrisa. Y eso solo aumenta mi culpa. No merece esto que le estoy haciendo, no lo merece. —Tu también eres mi única familia, lo sabes Sam. — ella asiente y nos abrazamos pero mi corazón está destrozado, por la traición que estoy haciéndole a mi amiga, por la presencia de esta mujer…no, no debo sentir celos, no debo. —¿No es usted la mujer que dejó en bancarrota a su esposo por infidelidad?— pregunta ella, pero en su tono arrogante pude sentir burla. Levantó la cabeza con orgullo y sonrio con confianza. —Soy yo y lo volvería hacer una vez más. Los hombres no merecen nuestra compasión, son infieles y no son honestos, no son de ninguna mujer, no saben controlarse. Parecen bestias irracionales que no pueden controlar ese instinto animal… —Amiga, tranquila. Ya entendimos.— me para Sam. Maldita sea, me deje llevar. —Lo lamento, Celina.— me disculpo con ella, aunque no lo siento para nada.— Es que mi odio por ellos es … demasiado. —Entiendo, Isabel. — respondió, aunque no se definir ese tono filoso— ¿Podría usted diseñar mi vestido de bodas? Eso fue un golpe bajo, diseñar su vestido, no…no lo haría. —¡Eso sería genial, Isa!— dice emocionada Sam. — podrías hacer nuestros trajes también, eres la mejor diseñadora, debes ser tu amiga. M****a. Esto me deja sin salida. —Sam, sabes bien que mi lista es interminable, no puedo sumarle mas trabajo— Sam po e cara de perrito lastimado, siempre hace eso. —Bien, verificare mi agenda.— Sam salta emocionada como una niña— Pwro no prometo nada. —Gracias Isabel. ¿Amor, no sería genial? Isabel Valente será nuestra diseñadora?— le dice a Jareth pero él solo asiente sonriendo como idiota. Pasaron unos minutos extremadamente incómodo y largo para mí, y la advertencia de Ricardo me seguía molestando. Jareth me dirigía de vez en cuando do una mirada de disculpa pero no lo disculpo, infiel maldito. No es diferente de los demás y no ha madurado ni siquiera un poco. Pero esta bueno Isabel que te pase. ¿Quién te manda a caer en su sonrisa sexy y bajabragas? Tampoco preguntaste si era o no comprometido y debiste saberlo. Alguien como Jareth Lombardi jamás estaría soltero. Idiota, eso es lo que soy.