Kalen miró desde la puerta con preocupación en dirección a la cama donde estaba Ana todavía acostada. Ella no había comido nada, no habla y ni siquiera se mueve. ¿Cómo no pudo ver él los indicios? Es un hombre que ha visto muchísimos traumas, él sabe los patrones del comportamiento de una persona que sufre ese tipo de depresión y con ella es como si sus ojos no vieran más que altanería, egoísmo y orgullo.
Mirando la bandeja en sus manos, suspiró y decidió entrar a la habitación, él debe obligarla a comer si es preciso, no puede dejarla derrumbarse de esa manera. Ana escuchó los pasos, pero ella no se movió, ni siquiera se interesó por lo que estaba pasando a su alrededor.
―Debes comer. ―Kalen se sentó a su lado. ―Por favor, solo un bocado, solo eso. ―Ana miró la bandeja y negó, ella no tiene hambre. ―No puedes seguir así. ―Kalen le habló firme. ―Me has implorado que no te lleve con un psicólogo porque te internarán, pero ¿Cómo quieres que cumpla mi palabra si no estás cumpliendo la