27. Sacar esa piedra del camino.
Amina estaba más que furiosa. En sus manos sostenía una elegante invitación enviada por su prometido, una que lejos de alegrarla, le encendía la sangre. En el sobre se anunciaba una reunión familiar para presentar oficialmente a un nuevo miembro… pero no se trataba de ella. No, por supuesto que no. Era ese bastardo, ese aparecido moribundo, ese “heredero” que había llegado de la nada, alterando todos sus planes y sobre todo darle un hijo único al Jeque.
Su estrategia comenzaba a desmoronarse. Había apostado todo a esa relación, calculando cada paso para convertirse en la esposa del poderoso jeque Khaled. Y ahora, una mujer desconocida aparecía con el niño a quien él reconocía como su hijo, su legítimo heredero.
Amina se paseaba de un lado a otro por su habitación con el ceño fruncido, frustrada, molesta. Ella sabía lo que tenía que hacer: lo iba a engatusar. Había coqueteado con él más de una vez, sus insinuaciones eran claras, y por su actitud distante y fría, quizás por fin cayera