26. Hacer todo por su hijo.
Khaled llegó a su majestuoso palacio, donde los empleados ya lo esperaban alineados en perfecta fila a lo largo del pasillo principal. Todos bajaron la cabeza en señal de respeto al verlo acercarse, y al unísono exclamaron:
—¡Buena vida para el jeque!
Él, como de costumbre, respondió con su sonrisa tranquila y elegante, haciendo un leve gesto de saludo con la mano. Tras saludar a sus hermanas con cordialidad, caminó hacia la gran sala donde se encontraban sus padres. Su madre lo esperaba sentada en uno de los lujosos sillones, y su padre, ya dado de alta del hospital, reposaba en la cama con mejor semblante.
Khaled hizo una seña con la mano a los empleados para que salieran, y luego pidió a sus hermanas que tomaran asiento.
—¿Qué pasa, hijo? —preguntó su madre con cierta inquietud al notar su seriedad.
—Quiero hablar con ustedes… con todos ustedes.
Las hermanas se acomodaron en sus asientos, atentos a la tensión que parecía flotar en el aire.
—Mañana —dijo Khaled con voz firme— se cel