CAPÍTULO 53. El precio de respirar tranquilamente.
Capítulo 53
El precio de respirar tranquilamente.
El sol se había ocultado hacía horas cuando Gabriel desvió el vehículo por un camino de tierra, apenas perceptible entre las frondas de pinos y abetos de la sierra de Jun. El rugido del motor se apagó al detenerse frente a la cabaña: una construcción rústica de piedras grises y vigas de madera, camuflada bajo el follaje nocturno.
Isabela descendió del vehículo con su maleta liviana en la mano. El aire olía a tierra mojada y a pino silvestre. Gabriel cerró la puerta y, con una media sonrisa, deslizó su mano hasta rozar la de ella.
—Solo será un día, cariño —susurró—. Solo tú y yo. Donde no tengan poder sobre lo que somos.
Ella lo miró en la penumbra, con los ojos aún cargados de amenaza latente. No necesitaba más motivos. Con un leve asentimiento, siguió sus pasos hacia el interior de la cabaña.
Dentro, la luz de una lámpara de araña bajó su intensidad para dejar espacio al crepitar de la chimenea. Gabriel encendió un fuego de leña con