CAPÍTULO 232. Entre los escombros.
Capítulo 232
Bajo los escombros.
El edificio ya no era un edificio. Era un animal partido por la mitad que exhalaba calor y muerte. El aire afuera olía a metal quemado y a pólvora; dentro, el mundo se había reducido a pasos torpes, a respiraciones que ardían y a la sensación permanente de que el suelo podía despedazarse en cualquier momento.
Silvio volvió a cruzar la línea que marcaban las cintas de la policía y las luces intermitentes; lo hizo con la ropa hecha trizas, la cara tiznada, la garganta raspada por el humo. No llevaba permiso. Llevaba culpa. Y esa culpa pesaba más que cualquier chaleco antibalas.
Dentro, la oscuridad tenía tonalidades difusas por las brazas que aun ardían en el interior, por el humo y por la ceniza. Silvio pisó cristales afilados que le cortaron la suela de sus zapatos, dejó pequeñas huellas de sangre en la alfombra arrancada y cada sonido parecía venir de la boca de una bestia.
Silvio se movía con la precisión de quien conoce el terreno de memoria y con