CAPÍTULO 233. Una promesa que no se rompe.
Capítulo 233
Una promesa que no se rompe.
El ruido del apagón dejó la sala con un vacío que caló hasta los huesos, una sensación de miedo y pérdida se instaló en el pecho de los que quedaban ahí presentes. La pantalla negra no era sólo una pantalla; era el agujero donde se habían ido las certezas. Nadie hablaba por un momento: hablar era admitir que algo irrecuperable había sucedido. Pero el silencio no trajo consuelo, trajo presión. Y la presión estalló en Isabela como un vidrio que se rompe por dentro.
—¡Esto no puede ser! —gritó de pronto, y la voz le salió de una manera que cortó cualquier atisbo de compostura—. ¡Esto no puede ser!
Diego se incorporó de golpe frente a la consola, los ojos encendidos, las manos temblando por la falta de control. Valeria se quedó detrás de Isabela, sin tocarla aún; la miraba como se estaba rompiendo en fragmentos y por primera vez, sintió algo parecido a la empatía por ella.
La fiscal Durán, que caminaba en círculos por la sala, sostenía un celular